Aprendizajes, desafíos y semillas del Encuentro Nodo 2025
El Encuentro Nodo 2025, celebrado bajo el lema “Acción colectiva para el cambio”, fue mucho más que una jornada: fue una experiencia viva de encuentro, escucha y reflexión sobre las transformaciones sensibles que necesita nuestro tiempo.
Reunió a más de 80 personas de los ámbitos académico, empresarial, social y público, junto a jóvenes, docentes y organizaciones del país y la región. Todos convocados por una misma intención: poner la vida en el centro de la innovación económica y la educación.
El camino hacia el encuentro
El proceso de preparación fue, en sí mismo, un ejercicio de acción colectiva.
Durante diferentes momentos de trabajo, el grupo impulsor, el Consejo Estratégico y los Cuidadores de Sentido fueron hilando las intenciones, objetivos y metodologías que dieron forma al evento.
Desde las primeras conversaciones, se buscó integrar nuevas voces —jóvenes, activistas, referentes en inclusión—, cuidar la coherencia entre propósito y práctica, y diseñar un espacio donde la conversación fuera también una herramienta de transformación.
La mañana: aprendizajes y desafíos compartidos
El día comenzó con una caminata entre pares para conocernos y continuó con los paneles “El valor del sentido colectivo”, donde referentes del ecosistema compartieron sus experiencias y reflexiones.
Panel 1 — Aprendizajes significativos:
Miguel Sierra (INIA), Virginia Suárez (Sistema B), Zelmira May (UNESCO), Wilson Netto (ANEP) y Carolina Robino (IDRC) compartieron experiencias de acciones colectivas vinculadas a la innovación económica, desarrolladas en el marco del Nodo y en otros espacios de articulación, destacando los aprendizajes que fortalezcan la capacidad de las alianzas para el cambio.
Panel 2 — Desafíos hacia la acción colectiva:
Álvaro Pena (UTEC), Elisa Facio (ACDE), Juan I. Dorrego (ANDE), María Laura Rodríguez (Unión de Exportadores del Uruguay) y Andrea De Nigris (Ministerio de ambiente) abordaron los principales desafíos que enfrentan las alianzas para transformarse en acciones colectivas sostenibles, tanto dentro del Nodo como en otros entornos del ecosistema de innovación económica.
Luego tuvo lugar la dinámica “Círculos que favorecen la transformación”, un espacio diseñado para el intercambio y la escucha activa. En grupos de entre ocho y diez personas —diversos en perfiles, procedencias y experiencias—, los participantes compartieron desde lo vivido: en qué acciones de Nodos u otros espacios de alianzas habían participado, qué aprendizajes significativos habían obtenido y qué expectativas o desafíos traían para el Nodo Uruguay en relación al impulso de la innovación económica.
Acompañados por anfitriones que facilitaron el diálogo y registraron las ideas, los círculos se convirtieron en un verdadero laboratorio de confianza y coaprendizaje.
La cosecha colectiva de la mañana reflejó con fuerza el valor del sentido compartido. Surgieron aprendizajes sobre la importancia de hablar un mismo lenguaje, generar vínculos genuinos y honrar los procesos. Se destacó la necesidad de profundizar la comunicación y la convocatoria, descentralizar los espacios, incluir nuevas voces y asegurar la sostenibilidad de los encuentros.
Entre los desafíos más mencionados, se señaló la urgencia de visibilizar mejor qué es el Nodo, clarificar los roles de quienes participan, y fortalecer las herramientas que permitan multiplicar el impacto en las organizaciones y territorios.
Tras la cosecha colectiva de éstos círculos de conversaciones, la mañana culminó con la Galería de Arte de Experiencias Académicas, un recorrido abierto por diez puntos de presentación donde universidades, agencias y organizaciones del ecosistema compartieron sus avances en investigación, formación y acción colectiva.
Cada póster fue presentado por un referente institucional, generando un espacio de diálogo cercano y horizontal. Durante casi una hora, los participantes circularon libremente entre los carteles expositores con las ofertas académicas, escuchando, preguntando y conectando iniciativas.
La galería se convirtió así en un mapa vivo de la innovación económica en Uruguay: una muestra de los logros alcanzados y de las alianzas que sostienen el movimiento hacia una economía con sentido y triple impacto.
La tarde: conversaciones de futuro
La tarde comenzó en un ambiente de calma y curiosidad compartida. Bajo la gran pregunta “¿Cómo incluir la vida en el centro de la innovación económica y la educación?”, se dio inicio a las Conversaciones de Futuro, un espacio diseñado para mirar hacia adelante desde la experiencia vivida, el vínculo y la imaginación colectiva.
En la primera dinámica, las y los participantes se organizaron en grupos de tres personas, procurando que cada pequeño círculo reuniera diferentes sectores de la sociedad: estudiantes, representantes del sector privado, del ámbito público y de la educación.
El ejercicio propuso una conversación íntima, casi confidencial, donde cada persona pudiera reconocerse en lo que considera importante para la sostenibilidad de la vida. Se invitó a pensar, a partir de la propia experiencia, cómo luce una organización, una empresa o una institución que pone la vida en el centro, y en qué acciones cotidianas ya se perciben esas transformaciones.
La consigna no buscaba respuestas correctas, sino abrir un espacio de escucha atenta, de confianza y cercanía, donde las voces jóvenes tuvieran un lugar central, aportando frescura, sensibilidad y nuevas perspectivas.
La segunda parte de la tarde se desarrolló en formato de pecera de reflexión, un dispositivo participativo que simboliza la conversación como acto colectivo. La pregunta que guió el diálogo fue profunda y desafiante:
¿Qué estamos necesitando dejar ir y dejar venir para diseñar una economía al servicio de la vida?
El espacio se fue nutriendo con aportes que hablaron de soltar el miedo, abrirnos a nuevas formas de colaboración, cultivar la empatía y abrazar la complejidad de los tiempos actuales. Se habló de cuidarnos a nosotros mismos/as.
A medida que las voces se entrelazaban, se registraban las ideas y sensaciones en una cosecha colectiva que luego servirá para nutrir la agenda futura de los Nodos.
“La vida en el centro es la gente, hacer foco en la gente. Y no la gente sola, sino acompañada.” Esta frase, compartida por una participante, condensó el sentido profundo del encuentro: un recordatorio de que la vida se sostiene en vínculo, en comunidad y en acción compartida.
Hacia 2026: líneas de acción colectiva
De la cosecha colectiva surgieron muchas semillas para el próximo ciclo. Varias apuntaron a crear laboratorios de ideas y proyectos que reúnan a actores de distintos sectores para buscar soluciones conjuntas. Otras pusieron el énfasis en fortalecer los vínculos entre la educación, las empresas y las comunidades, como pilares inseparables de cualquier transformación real.
También resonaron propuestas para impulsar economías inclusivas y regenerativas, promover empleos verdes y espacios intergeneracionales, e incorporar la formación en sostenibilidad desde edades tempranas. La educación, una vez más, apareció como el terreno fértil donde sembrar el cambio.
Entre las ideas más inspiradoras surgió la de las “Cápsulas Nodo”: pequeñas intervenciones descentralizadas, flexibles y creativas que lleven la conversación a nuevos territorios, sumando más voces, más actores y más posibilidades de encuentro.
Nada de nosotros sin nosotros
El Encuentro dejó una certeza compartida: las transformaciones sensibles no se decretan, se cultivan.
En tiempos de grandes cambios, la acción colectiva se vuelve un gesto de esperanza y coherencia, una forma de sostener la vida desde lo común.
Hacia 2026, el desafío del Nodo será seguir habitando ese propósito con creatividad, ternura y acción sostenida.
Nada de nosotros sin nosotros.